lunes, 16 de agosto de 2010

La edad de la inocencia


Por Sergio Cáceres Mercado - caceres.sergio@gmail.com

Vivir una vida feliz. Esta es la finalidad última del hombre, nos decía Aristóteles. Algo tan simple y que, sin embargo, es lo más costoso en este mundo, al menos para la manera en que la solemos encarar. Quizá un budista tenga una receta más simple y se compadezca de cómo nos complicamos en esta existencia material y consumista en que se ha convertido la cultura occidental; donde vale más el tener que el ser, diría Fromm.

Tengo mis dudas acerca de si los millones que pisaron este planeta han logrado el ideal del estagirita. Total, la definición de lo que pueda ser la felicidad ha cambiado mucho seguramente desde aquella época en que la cultura griega empezaba a expandirse por el mundo. En ese sentido, me gusta pensar que todos fuimos y somos felices a nuestra manera, según las condiciones de posibilidad que nuestro tiempo y circunstancias dictaban.

Sin embargo, hay un dato innegable: hay gente infeliz en este mundo. Personas que viven miserables (espiritualmente) y que deambulan como almas en pena a nuestro alrededor.

A veces me pregunto si existe algo así como una justicia divina, o un equilibrio universal, o un karma, que explique tamaño sufrimiento.

Entonces me digo que tal equilibrio existe porque la vida permite a todos ser niños antes de ser adultos (excepto a Benjamin Button). Quiero creer que la infelicidad es una cualidad que solo se puede encontrar en la adultez, y que la felicidad puede ser también para el adulto, pero es imposible que no sea para el niño.

Y, sin embargo, esta cruel vida y este cruel país me muestran todos los días niños con miradas tristes y toda mi teoría se vuelve una ingenuidad. De ahí que una política que implique sacar a la niñez de toda situación que no la lleve a reír y jugar tiene siempre mi simpatía. Si la vida es dura por definición, al menos en la infancia debe ser amable. El Estado debe tener como política prioritaria mantener a sus niños felices, si no quiere luego tener ciudadanos amargados.

Luego de que Panambi y Arandu llegaron a mi vida, comprendí a cabalidad aquellos versos que Miguel Hernández -en la mortal prisión- escribió a su hijo: "Desperté de ser niño. Nunca despiertes. Triste llevo la boca. Ríete siempre". Es claro que el centenario poeta amaba a su retoño, pero más claro es que Hernández -en un momento de terrible pena- reconocía en su hijito la felicidad que él alguna vez conoció de niño.

"Tu risa me hace libre, me pone alas. Soledades me quita, cárcel me arranca". Este beneficioso efecto tiene la risa infantil. Libera de esta vida adulta a la cual despertamos, y nos permite volver a soñar en esos hermosos días de inocencia donde la miseria humana ni siquiera era registrada.

Si no podemos lograr la felicidad de todos los hombres a lo largo de su vida, al menos debemos hacer el esfuerzo de lograr una sonrisa al menos en nuestros pequeños. Quizá el paso por esta vida ya esté justificado por esos años de inocencia que por derecho nos pertenece.

"Es tu risa la espada más victoriosa. Vencedor de las flores y las alondras. Rival del sol. Porvenir de mis huesos y de mi amor."

jueves, 12 de agosto de 2010

El dolor de un hombre llamado Fernando


Publicado por: Gustavo Olmedo

La noticia de que el presidente Fernando Lugo sufre de cáncer conmovió a todo el país, generando, como era de esperarse, especulaciones de todo tipo; desde las más naturales y espontáneas, hasta aquellas malintencionadas, sin escrúpulos, marcadas por la ceguera que produce las ambiciones políticas desmedidas.

Y en ese sentido, muchos hemos sido testigos de lo difícil que resulta, especialmente para la prensa y los políticos, respetar y mirar a la persona en su dignidad más allá de las implicancias que por su investidura conlleva esta delicada situación; tratar con prudencia y delicadeza el dolor ajeno es un ejercicio siempre difícil de practicar.

"Pobre hombre", manifesté en medio de una improvisada conversación con un especialista oncólogo el día en que se difundió la información. A lo que él me respondió: "No es pobre, es un bendecido". Tal respuesta me dejó perplejo, casi sin reacción. "Es un agraciado -prosiguió- porque un dolor de este tipo puede ayudarlo a deshacerse de lo superfluo y mirar lo esencial de la vida".

Y es cierto. Ninguno de nosotros querría enfrentar una situación así, pero es verdadero reconocer que son las circunstancias como estas las que nos obligan a mirar más allá de lo inmediato, a hacer una pausa y analizar con detenimiento hacia dónde vamos y quiénes somos realmente, cuál es nuestra fuerza y el nivel de dependencia que marca nuestra naturaleza; quizás también a aspirar algo más que el éxito económico, el poder político o la aprobación social, que muchas veces deseamos con tantas ansias.

Dicen que el hombre cambia de rumbo y/o comportamiento, principalmente, tras el impacto con realidades extremas.

No obstante, ante ellas siempre estará en juego nuestra libertad, la opción de sublevarnos o declararnos como en rebeldía ante la realidad, rechazando sus implicancias, cerrándonos a toda posibilidad de aprendizaje o de alguna "propuesta positiva" que surja de ella y del sacrificio que exige.

Sin embargo, está claro que no hace falta esperar una situación de este tipo para dar un salto de calidad en la vida; es cuestión de buen uso de la libertad y la razón.

Pero aprender y crecer con las circunstancias -sobre todo con aquellas complicadas-, requiere no solo de un corazón sencillo y una razón abierta, sino también de una educación verdadera, aquella que transmite y muestra que la realidad es siempre positiva, por encima del sentimiento inmediato que produzca, o el color que parezca tener.

Pero, por sobre todas las cosas, aprender con coraje del dolor, exige, más que nada, de una compañía humana, un rostro en quién confiar, un hombro en quién descargar el peso del cansancio y una voz que transmita las razones y la esperanza necesarias para continuar.

Por ello, no podemos más que desear esto, tanto para el presidente como para todas aquellas personas que en peores condiciones económicas y de infraestructura enfrentan esta situación en los precarios y desabastecidos hospitales de nuestro país.

lunes, 9 de agosto de 2010

Lanzamiento de la Campaña “Por una Sonrisa”


Fuente: MEC Digital
El Viceministerio de la Juventud, a través del proyecto “Próceres Solidarios”, lleva adelante la Campaña “Por una Sonrisa”. El lanzamiento oficial de la campaña se realiza hoy, lunes 9 de agosto del corriente año, en las instalaciones de la Universidad Autónoma de Asunción (Jejui 667 entre O’leary y 15 de Agosto) desde las 10:00hs. En el mismo se presentará un material audiovisual de Sensibilización preparado por los jóvenes participantes, además de las experiencias de los comedores populares con quienes se trabajará durante lo que dure el proyecto. La iniciativa es apoyada por la Coordinadora Nacional de Comedores Populares del Paraguay, la Universidad Nacional de Asunción, la UAA y la UniNorte.

La campaña consiste en la recolección de alimentos no perecederos, abrigos y juguetes que luego serán distribuidos en comedores populares de Asunción y el Departamento Central. En la actualidad los comedores populares se encuentran en una situación que requiere de la ayuda y el aporte solidario de la ciudadanía, ya que desde hace unos meses no cuentan con suficientes recursos. Es por esta razón que los estudiantes secundarios y universitarios, Próceres Solidarios Por una Sonrisa en los niños, unimos nuestras voluntades y esfuerzo para que los mismos no cierren sus puertas que benefician diariamente a unos 6.000 niños y niñas de sus respectivas comunidades.

El trabajo de los Próceres Solidarios en la campaña se realiza en conjunto con personas que trabajan distribuidas en 30 comedores populares de Asunción y Central. Con esto se incentiva a los jóvenes a sumarse a los Próceres Solidarios en el compromiso con el trabajo voluntario y la solidaridad entre las personas. Se lograría además establecer un vínculo con los comedores populares, promoviendo el intercambio generacional entre niños, jóvenes y adultos.

Jornada Educativa con el Proyecto "La Voz de la Memoria" en el Ysaty




Habiendo ya terminado con la etapa de presentaciones iniciales del proyecto La Voz de la Memoria, ahora comienza la presentación de los testimonios de quienes fueron víctimas de la Dictadura; es por ello que en cada colegio participante del proyecto asistirá alguien que pueda contar, según su experiencia personal, lo que fue la represión y cómo logro sobrevivir a esos duros momentos de nuestra historia.






En un primer momento pudimos conocer tres relatos de personas que nos hablaron de torturas, largas detenciones y de momentos humillantes y tristes que recuerdan cada cierto tiempo y que, lejos de querer olvidar por completo, quieren darlos a conocer masivamente para que otras generaciones puedan tener un mayor acercamiento a episodios que muchas veces pueden parecer sacados de la ficción, de una película o libro, pero que lamentablemente forman parte de un pasado reciente que hay que rescatar y conocer







Desde que iniciamos el trabajo de la Voz de la Memoria han sido varias las opiniones que han valorado esta temática de manera positiva y que han manifestado lo oportuno que resulta que los jóvenes en edad escolar aborden temas como Dictadura, Derechos Humanos, Participación y Democracia.

Y sin duda, los estudiantes que participaron de las actividades demostraron una gran valoración por los temas tratados, haciendo notar en el debate y en las opiniones tras la muestra que no son cosas que se pueden olvidar fácilmente, haciendo ver en todo momento que estos hechos forman parte de su historia como país, historia que debe ser conocida ojalá por todos los estudiantes para de esa manera fortalecer las instituciones democráticas y decir: “Dictaduras nunca más”.