martes, 15 de mayo de 2012

Historias de madres trabajadoras



Hoy, Día de las Madres, es justo homenajear a las humildes mujeres paraguayas que con su trabajo forjan día a día el porvenir de sus hijos. A todas ellas: enfermeras, vendedoras, cocineras, costureras, lavanderas, limpiadoras, barrenderas; ¡muchas felicidades queridas mamás! 


 Doña Carmen, aquí con uno de los jóvenes que le ayudan a mover las enormes piezas, llegó a Remanso en 1981, con su finada madre, y desde 1985 se dedica a la venta en el lugar. / ABC Color

Aquí el testimonio de algunas de estas mujeres que con tesón y entereza construyen el futuro del Paraguay, educando a los hombres y mujeres que necesitan.
 
Una valiente “pescadora” de clientes y ganadora de afectos

Numerosas mujeres y madres de familia, miembros de la Asociación de Pescadores de Puente Remanso, madrugan diariamente a orillas del río Paraguay para ofrecer frescos y ricos pescados.
Doña Carmen Bobadilla de Romero, de 44 años de edad, es una de ellas, mujer luchadora que, con su buen trato y su amor al trabajo, ofrece todos días la venta de pescados en su puesto ubicado en la zona de Puente Remanso.

Ella es madre de Milda Leticia (23), Caterine Emilia (24) y Carmen Yamila (7). Está casada con Epifanio Romero desde hace 26 años y siempre recibe el trato afable y cordial de sus demás vecinas y colegas de trabajo. En su anhelo por mejorar su nivel de vida, cada día se levanta bien temprano para preparar su puesto de venta, hasta donde llega con un buen mate y un rico cocido con leche a modo de desayuno.

A pesar de que tuvo que cambiar de sitio su local, debido a la creciente del río y el avance rápido de las aguas, su clientela le es fiel y ante eso, doña Carmen se muestra valiente, espontánea y optimista, recibiendo siempre a todos con una amplia sonrisa.

Su trabajo, manoseando los diferentes tipos de pescado, no es obstáculo para que ella siempre se muestre coqueta y radiante.

Sobre los valores que inculca a sus hijas, doña Carmen resalta que es el estudio y el trabajo. “Les enseño que deben trabajar y estudiar para lograr lo que quieren. La instrucción es la mejor herencia que les podemos dejar”, señala convencida mientras reacomoda las piezas en venta. Luego, con su característica sencillez, copa la atención de los potenciales clientes. “¿Qué te vendemos mi reina, patroncito? Hay surubí, pacú, mandi’i, boga, patí...”, dice a una pareja de clientes, quienes se aproximaron al sitio para observar el producto y parecen dispuestos a hacer una buena compra.

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